O lo que es lo mismo, una cosa es democracia representativa y otra democracia deliberativa.
Todo el mundo habla de qué hacer en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 22 de mayo. De cuál es la opción más responsable y propicia para el cambio. Estos días he escuchado opiniones diversas, que comparten objetivo, la mejora de la situación ecónomica y política del país y el desacuerdo con los dos partidos mayoritarios, pero a la vez implican acciones contrapuestas. Como es el caso del voto nulo que promueven ciertos movimientos o el voto a partidos minoritarios de otros.
He escuchado a gente con las mismas ganas pero que el día 22 harán cosas muy distintas..
Y ante tal situación.. me pregunto.. ¿entonces qué va a pasar? Si todos queremos que la situación actual país mejore ¿Lo lograremos?
Y, he aquí una reflexión propia, que he podido hacer gracias a Adela Cortina, y su ponencia acerca de cuál es la realidad del sistema democrático actual.
Adela habla de una distinción entre políticos agregacionistas o políticos que basan el sistema democrático en el voto, y políticos “deliberacionistas”, para los que la democracia es la suma del estado y la sociedad civil, entendiendo ésta como el diálogo previo con la ciudadanía antes de formular cualquier ley.
Es decir, si atendemos a los pasos para la creación de una ley o acuerdo político:
1. Exponer desacuerdos
2. Argumentar como llegar mejor a las metas
3. Llegar al acuerdo e informar de éste
4. Votar
Para el político deliberacionista lo importante serían los tres primeros puntos, haciendo coincidir autores de las leyes y destinatarios de las mismas, y para el agregacionista sería el punto cuatro, dando casi la total relevancia al voto.
Los políticos que dan una gran importancia al voto, en detrimento de los otros tres puntos, ignoran que la deliberación (participación) tiene la capacidad de transformar las preferencias y los intereses de una forma constructiva, pues existe un objetivo de mejora común compartido. PENSAR POR OTROS NO ES LA SOLUCIÓN, aunque los agregacionistas lo crean, o al menos así lo demuestren determinadas actuaciones. La solución es saber escuchar y escuchando, incluso pedagógicamente, podemos aprender los unos de los otros y cambiar en un momento dado esas preferencias.
Aunque partamos del desacuerdo, lo importante es llegar a un “nosotros queremos una sociedad mejor”. Y de esta forma, siguiendo un proceso deliberativo real, somos conscientes de esas metas comunes y se forma esa amistad cívica real.
Y ese querer hacer juntos es justo lo que están haciendo ahora miles de jóvenes, en la revolución pacífica promovida por Democracia real ya.
Jóvenes en toda España se concentran estos días en las calles, dispuestos a la acción para el cambio. Comparten sus ideas, se escuchan, y aúnan las fuerzas y la ilusión que promoverán ese cambio. Pues están dispuestos a superar la pasividad de la no participación, previa deliberación.
Y habrá desacuerdos, por supuesto,..pero también respeto mutuo..
Hay que tener en cuenta que los desacuerdos a veces no son de preferencias o intereses individuales, sino de convicciones morales (caso del aborto). Pero a pesar de ello, el sentido común nos lleva a ese querer hacer juntos, a querer conseguir que el mundo, que la sociedad, y que nosotros mismos seamos mejores personas.
Por eso es importante que en ese proceso también participen expertos y otros grupos de interés. No se trata de querer imponer nuestros pensamientos en el otro, ni tampoco de dejarnos convencer. Se trata de que sepamos valorar puntos de vista distintos. Quizás a veces se dé el caso de que la otra persona te acabe “persuadiendo positivamente” pues en el proceso deliberativo habrá habido un aprendizaje que haya hecho que una de las dos partes ceda, y otras veces sucederá a la inversa, serás tú quien defienda tu argumento y lo expongas de tal manera que la otra persona, dispuesta a escucharte, estreche lazos contigo y cambie parte de sus preferencias o intereses, para acercarse a los tuyos .
De esta forma, incluso sin llegar a un acuerdo, se puede reducir hablando, aclarando términos, acomodando esos desacuerdos. Olvidando el autocentramiento, y ganando en simpatía y compromiso. Ese compromiso que rompe el vínculo estrecho entre bienestar individual y grupal, con acciones que no me afectan directamente, pero con las que quiero comprometerme, como podría ser la pobreza o la inclusión social.
Entonces, vayamos a votar, por supuesto es un punto importante, pero no olvidemos el resto de puntos, que implican un trabajo más allá del voto. Y en ello están los miles de jóvenes que una día más, hoy duermen en las calles haciéndose escuchar. Desde aquí, mi más sincero y cálido apoyo.
Lo lograremos.
:)