martes, 11 de enero de 2011

Me auto-consumo

Me enciendo un cigarrillo y comienzo a escribir.

Tiro un brik de zumo al cubo amarillo. Pronto volverá a mezclarse con el resto de residuos, en la planta de reciclado de la capital.

Desayuno cereales de avena ecológica, con leche de soja industrializada.

Entre palabra y palabra, una calada.

Me irrito porque mis padres se compran la cafetera de cápsulas tassimo, mientras me sirvo dos cucharadas de nescafé en mi taza preferida.

Reduzco mi consumo de proteínas animales. Voy a hacer la compra con mi vecina y le sugiero que compre carne.

Otra calada.

Llevo meses con unas botas desgastadas, resbalándome en cada esquina. Me voy a las rebajas y me compro una chaqueta de temporada.

Enciendo el cigarro, se me ha apagado.

Rehuyo de las llamadas entrantes de mi teléfono móvil. Le comento a mi padre las ventajas de tener una blackberry.

Día tras día no paro de pensar fórmulas de decrecimiento sostenible. Estudio marketing.

Stop. Se me apaga el cigarro. Vuelta a enchufarlo.

Me voy a correr un poco. Calzo mis nike .

Trato de comprar envases de tamaño grande cuando voy al supermercado. A media tarde echo a la máquina de vending un euro para mi cocacola cero.

Pienso en cómo serán mis hijos, en qué valores les quiero inculcar, en lo mucho que les quiero ya. Mientras su madre, que dice quererles, contribuye a que el planeta se vaya al garete.

Se acabó el cigarro.

Y me pregunto: ¿Hasta cuándo?

Y me contesto: Hasta que tenga valor.

Lástima que mientras lo encuentro otros paguen las consecuencias.


lunes, 3 de enero de 2011

El amor de mi vida

De pronto mi cuerpo se sintió atrapado, seducido, descubierto. No podía parar de recorrerte con la mirada, examinar cada milímetro de tu piel, estremecerme con cada aliento, sentir como tu olor me provocaba, como tus movimientos me agitaban, como tu energía se iba concentrando poco a poco en mi, desatando estimulantes vibraciones en mi interior..

Mi corazón se aceleraba a un ritmo irrefrenable, mientras mis manos se contraían reservando, con esfuerzo, sus caricias para más tarde. Sentía el tacto de tu piel sobre la mía, aún sin ni siquiera rozarme. La atracción hacía tu cuerpo aumentaba cada instante, obnubilando el resto, y dejándonos completamente a solas.

Lentamente fuimos inyectándo pequeñas dosis de adrenalina en cada uno de los poros de nuestra piel. Llegamos al éxtasis con cada roce, cada mirada, cada suspiro. Llenando de vibraciones aquel lugar. Y de calor aquella noche de invierno. Y mientras el espejo perdía su reflejo, nosotras nos fuimos perdiendo en nuestra piel.

Ya habíamos jugado otras veces, pero hoy disfrutaba doblemente de tu juego. Esta vez tu carita de niña buena no me asustaba, me excitaba. Sabía que tenías tantas ganas como yo y que tus gestos expresaban todo lo que tu boca, ocupada en otros asuntos, no podía articular.

La velocidad de tus respiraciones eran mi guía. Caminaba lenta y suavemente hacia ti, disfrutando cada paso, obedeciendo cada susurro, deseosa de llegar juntas a encontrarnos.

Tu voz, desconocida y sensual, me excitaba cada vez más y más. Cada instante nos parecía perfecto para estallar, pero inconscientemente y sin mencionar palabra, las dos preferimos reservar los gritos para el final.

Poco a poco el espejo se fue desempañando. Aún extasiada, no te quedaron fuerzas para esconderte y tu inocente imagen te delató. Ya no había vuelta atrás. Delicada y sensible, pero aguda y perspicaz, me hiciste tuya, y supiste, como nadie, embriagarme de pasión. Aquella noche descubrí el amor de mi vida. Aquella noche me enamoré de mí.

:)