Mostrando entradas con la etiqueta creatividad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta creatividad. Mostrar todas las entradas

domingo, 8 de abril de 2012

Mi dulce estrella

Dicen que todo cambio exterior es debido a que en un estrato más profundo, algo está sucediendo.

Hoy podría haberme cambiado el color de pelo o haberme comprado un bonito vestido para celebrar los pequeños cambios que siento dentro de mí. Pero haciendo eco a la simplicidad que quiero integrar en mi vida, he decidido celebrarlo a mi manera, dando rienda suelta a mi imaginación delante de photoshop.

Y la nueva imagen del presente blog es el resultado. Nuevos aires. Nuevos logros.

La creatividad está llamando a mi puerta, y cada vez golpea más fuerte. Quiere formar parte de mi vida, y hoy me he dejado seducir por ella. ¡Qué guapa vienes hoy Estrella! ¡Brillas en toda tu esencia!

Así la llamaré, mi amiga y liberadora, mi dulce Estrella..

El cambio interno suele ir a la par del cambio externo. El cambio externo se compone de las acciones que realizamos, aquello con lo que "materializamos" lo que pensamos, sentimos, soñamos..
Y a la vez, estas materializaciones van alimentando nuestra energía interior.

Así, poquito a poco, vamos ilustrando nuestros días. Porque todos somos artistas de nuestra realidad.

¿Quieres crear la tuya? Comienza dibujándola...

:)

pd: Decía Pablo Neruda en su poema "Oda a una estrella"

"Asomando a la noche
en la terraza de un rascacielos altísimo y amargo
pude tocar la bóveda nocturna
y en un acto de amor extraordinario
me apoderé de una celeste estrella.."


viernes, 16 de diciembre de 2011

Elige elegir

Una vez vi en un vídeo una interpretación del concepto tiempo diferente a la que conocemos. El recuerdo es un poco difuso, pero el autor explicaba que existía un pueblo indígena de Sudamérica, en el que el concepto espacio-temporal no es vivido tal y como nosotros lo entendemos. El motivo de todo esto es la base de la filosofía de vida de aquel pueblo. Y es que estas personas no pueden entender que haya un límite en hacer algo que tú deseas hacer. Pongo algunos ejemplos de nuestra delimitación del tiempo: Estudiante de medicina, carrera de medicina, cinco años. Comerciante, jornada laboral completa, ocho horas. Niño de primaria, escuela pública obligatoria, seis horas. Para estas personas dedicar tiempo a algo, es sinónimo de desear hacer algo, por eso cuando se les explicaba a este pueblo nuestra delimitación del tiempo se preguntaban: ¿Por qué poner límites a lo que deseas hacer?.

Sin embargo, para nosotros, en muchas ocasiones, dedicar tiempo a algo es sinónimo de obligación. En este pueblo, además, tampoco existen conceptos como el de esfuerzo o perseverancia, para ellos, palabras con connotación negativa relacionadas con algo de naturaleza positiva. En otras palabras, no entienden que algo que apasiona a alguien pueda estar ligado aspectos negativos.

La delimitación del tiempo en lo que estamos haciendo, nos coarta en la creatividad del trabajo en sí, nos fustra en las ocasiones en que las que lo que estamos haciendo no es nuestra vocación real, aumenta nuestro nivel de estrés pues nuestro foco de atención muchas veces no es capaz de proyectarse hacia otro pensamiento que nos equilibre, nos mantiene alerta y nos advierte de una fecha de fin que nos hace desconectar del momento presente y de la actividad en sí.

Son solo juicios de valor, que me llevan a una conclusión: y es que los límites temporales son formas de controlar una situación/tarea de naturaleza incontrolable, sea ésta o no agradable para quién la asume. ¿Quién estaría ocho horas realizando un trabajo sin remunerar que no es de su agrado por voluntad propia? Suena un poco absurdo pensar que una persona pueda pasar más de una tercera parte de su vida dedicando horas a algo que no le trae recompensa alguna. E igual de absurdo suena que esa misma persona delimite las horas cuando está haciendo algo que le apasiona. Esto último se llama ilusión, concentración en el momento presente, vida. Y si nos ponemos a rascar un poquito más, que a mi me encanta, el colmo de lo absurdo llega cuando una persona que realiza una labor en la que no tiene un mínimo entusiasmo tenga la obligación de acometerla sólo por el hecho de sobrevivir. Aquí es donde entraría el concepto de vivir para trabajar, con el que todos estamos tan familiarizados.

Supongo que no es sencillo, en un sistema tan "cuidadosamente" estudiado, comenzar a plantearse si este es el camino que queremos continuar en un futuro, si preferimos agachar las orejas, y aceptar que “un trabajo es un regalo en los tiempos que corren” y acepto lo que sea, y me siento un afortunado solo por ello o comenzamos a pensar en otras posibilidades de organización. Ojo, no estoy criticando a nadie que esté en esta situación, estaría bueno, y más en los tiempos que corren. Pero mi argumento va más allá, trato de preguntarme qué podemos sacar en claro de estas situaciones.

Me gustaría que llegara un día, que probablemente yo no veré, en que la gente tenga la oportunidad de elegir, y sobretodo sepa elegir, qué ser, cuál es su papel en la vida, cuáles son sus habilidades inatas, su tipo de inteligencia y se le facilite el acceso a esta información, mediante, como ayer me decía un amigo mío muy sabiamente “profesores guías” que no se dediquen a enseñar, si no a guiarnos por el sendero que de forma natural, nos sale caminar.

Hablaba también ayer con este amigo, del país de Bhután, y su sistema basado en el FIB (Felicidad Interior Bruta). Bhután es un país montañoso del sureste asiático, en el que sus habitantes miden su bienestar en base al incremento o descenso de su felicidad, basándose en los valores de bienestar psicológico, salud, educación, buen gobierno, vitalidad de la comunidad y diversidad ecológica.

¿Y si parte de la solución implicara compromiso? Un compromiso personal de aportar tu sabiduría y habilidades a tu comunidad, resultado de años de dedicación de ésta a la búsqueda de tu papel en la misma, durante los años de tu infancia y adolescencia, mediante la educación emocional y creativa, y con el apoyo de un gobierno que luchara con el objetivo de aumentar la estabilidad en la felicidad de sus habitantes.

Qué bonito suena, quizás a un mundo de color de rosa con el que todos soñamos alguna vez. Pero siempre insistiré en que los sueños se hacen realidad si existe verdadera voluntad de llevarlos a cabo (con un mínimo de realismo y sensatez, todo sea dicho). Y es que el gusanito no será mariposa mañana, si no que para que una sociedad se transforme, existe un "coste de transición" en años y personas dedicadas a que esto ocurra. Muchas de ellas, son personas que actualmente "sobreviven", pero que tienen sueños más allá de la supervivencia y más allá de su persona, y gracias a ellos y a otros muchos, las palabras pasarán algún día del tintero a la realidad.

Y es que, ¿qué limite temporal podría haber cuando haces algo que te envuelve? ¿Qué sensación de paso del tiempo puede tener un compositor musical que se pasa los días escribiendo sus melodías, actividad que más ama en el mundo? ¿Tendrá la misma sensación de paso del tiempo que una persona puede pasar delante de un ordenador durante una jornada laboral rutinaria?

El tiempo es subjetivo, y esa subjetividad depende de que estemos realizando una actividad en la que inconscientemente dejamos pensamientos ajenos de lado y somos capaces de fundirnos en ella, hasta ser solo uno.

El límite, sea del tipo que sea, no existe, el límite lo pones tú con tu elección de lo qué haces en la vida. Y si eres de los que hoy sobrevives y no tienes la oportunidad de elegir, elige elegir mañana.


:)

lunes, 9 de mayo de 2011

Árboles lilas

Tendría unos 6 o 7 años. Aún recuerdo la escena: mis gafitas rosas, mi coleta alta y mis caracoles, igualitos a los suyos.

Dibujaba alegremente un paisaje, en la mesa de aquel restaurante, que recuerdo como mi segunda casa. No me dejaba ni un detalle, la hierba, el sol, las nubes.. y un árbol. Luego miraba mis plastidecors, les sacaba punta, escogía mi preferido y coloreaba despacito para no salirme de la raya.

Era importante también pintar en la misma dirección y no dejarse huecos blancos, detalles que no podían pasar por alto para un acabado perfecto. En el fondo, desde pequeñita, sin saberlo, ya actuaba como él.

Le recuerdo mirándome detrás de la barra, atareado como de costumbre con proveedores y clientes, con su camisa blanca, el bolsillo lleno de tinta por su despiste de dejar el boli abierto, y su bigote negro. Como picaba aquel bigote, pero cuanto me gustaba.

Estaba pintando el árbol, cuando de repente se acercó. ¿Por qué pintas el árbol lila hija? Me preguntó. “Por que a mi me gustan así, lilas” respondí. “Laura, tienes que empezar a pintar las cosas como son, los árboles son verdes, tienen el tronco marrón y así deberías pintarlos”.

Vaya, eso era cierto, los árboles eran como él decía, pero sin embargo lilas me parecían mucho más bonitos. ¿Que importaba? Era mi dibujo, yo elegía, y dejé volar ese comentario, como si no fuera conmigo.

O eso creí, hasta hace unas semanas, cuando tras una pequeña crisis profesional, me di cuenta de hasta qué punto determinadas palabras se nos pueden quedar grabadas años, si proceden de una figura de apego tan importante para nosotros.

Todos tenemos un talento, algo que nos entusiasma, que disfrutamos haciendo y que además se nos da bien hacerlo. Kem Robinson, experto en educación, habla del desarrollo de la creatividad, la búsqueda de nuestro talento y la conversión de éste en nuestra profesión, en este capítulo de redes. Según Robinson, autor del libro “El elemento: descubrir tu pasión lo cambia todo”, existen personas que nacen con una idea muy clara de lo que les apasiona y crecen en un contexto propicio que les lleva a desarrollar ese aspecto de su vida. Hay otras personas que lo encuentran por el camino, barajando distintas posibilidades y sin aversión al cambio alguna. Y hay otras que no lo llegan a encontrar, por qué ni si quiera saben que existe, o simplemente creen que el talento y la creatividad es cosa de poetas, artistas o músicos, y no se plantean que ellos puedan tenerlo.

Un buen ejercicio para aquellas personas que estén en búsqueda de su talento y que quieran hacer de éste su profesión es el que nos sugiere en este video Pablo Franzo, coach profesional: “Apunta en un papel como sería tu trabajo perfecto, qué te gustaría hacer, como te gustaría que fueran tus días, con quién te gustaría relacionarte, etc.”

Además, también es aconsejable preguntar a la gente que te conoce bien qué aptitudes y actitudes positivas ve en ti, en qué profesión te visualizan y en qué situaciones de tu vida cotidiana te ven más ilusionado.

La escucha a los demás es un ejercicio poco practicado, pero muy sano, que nos proporciona información valiosa para encauzar nuestro camino. Y es a veces nos empeñamos en colorear los árboles lilas, sin plantearnos la posibilidad de probar otros, puede que por excesiva seguridad en nuestro criterio y falta de escucha (veáse mi caso) o por puro conformismo. Opciones que nos impiden apreciar la belleza del resto de colores...

Tras esta pequeña crisis profesional de la que os hablo, yo decidí pintar unos árboles lilas y otros verdes. Decidí escucharme y escuchar. Probar. Buscar mi talento. Y quién sabe, quizás algún día los pinto naranjas. O cada rama de un color. Estoy abierta a cualquier cambio que requiera probar otro plastidecor . Porque lo importante es no dejar de colorear. Y no dejarse huecos blancos, claro.

Y tú ¿de qué color los pintas?

¡Hasta la próxima!

:)

pd: Gracias papá..

sábado, 27 de noviembre de 2010

Mi primera entrada de blog


Llevo meses pensando en comenzar a escribir un blog. En cómo sería mi primera entrada. En qué tendría de impactante, de curioso, de especial.

Después de mucho tiempo pensando en ella, esperando, completamente convencida, que el día de imperiosa lucidez en que mis dedos teclearían solos estaba apunto de acontecer, me he dado cuenta de que ese momento nunca va a llegar. De que mi primera entrada de blog no va a ser escrita. Pues mis dedos no teclean con lucidez, si no con la decisión de dar el empujón necesario para poder escribirla.

Nos pasamos la vida esperando. Laura Rojas ya lo dijo hace unas semanas en un artículo muy interesante titulado "El estado de espera", de recomendada lectura.

Parece que no tenemos nada mejor que hacer. Esperamos a que surjan las palabras adecuadas para iniciar un blog, esperamos a que llegue navidad para abrazar a nuestra madre y demostrarle nuestro afecto, esperamos a que esa persona especial se acerque un día y nos declare todo su amor, o a tener la valentía de dar el paso nosotros. Esperamos a que llegue el fin de semana para dedicarnos tiempo...

¿Y mientras tanto? ¿Qué hacemos mientras esperamos? Pues vivir mecanizados. Mecanizamos actos, respuestas, e incluso mecanizamos pensamientos. Vamos de un lado a otro sin pensar ni siquiera en cómo hemos llegado o el motivo real por el qué estamos yendo hacia ese lugar. Sin observar la belleza del camino. Sin apreciar el cariñoso saludo de la anciana que nos abrió la puerta del ascensor. Sin sentir el viento fresco que resbala por nuestra piel al cruzar de calle. Sin apreciar la bonita sonrisa de ese chico que cada mañana a la entrada del metro, nos ofrece amablemente el periódico. Perdiéndonos la dulce mirada de una niña que da la manita a su mamá..

Simplemente seguimos la ruta establecida, esperando los resultados pertinentes. Es como si la época taylorista-mecanicista estuviera aún presente en nuestra vida diaria. Como si fuéramos nuestra propia producción en serie. Personas que recorren la misma cadena de montaje todos los días. Nos aprendemos nuestra ruta, punto por punto, y aparentemente, está todo hecho. Después, sólo se trata de interiorizar y mecanizar procesos, esperando, como no, obtener un resultado fácil y rápido.

Resultados, que curioso objetivo. Y digo curioso, por no decir absurdo. Porque si yo siguiera esperando, es decir mecanizada, dudo mucho que algún día hubiera tenido tiempo suficiente, entre tanta espera, para darme cuenta de la ilusión que hoy me hace darle la bienvenida a mi primera entrada de blog.

Hasta pronto amigos, dulce espera

:)