lunes, 9 de mayo de 2011

Árboles lilas

Tendría unos 6 o 7 años. Aún recuerdo la escena: mis gafitas rosas, mi coleta alta y mis caracoles, igualitos a los suyos.

Dibujaba alegremente un paisaje, en la mesa de aquel restaurante, que recuerdo como mi segunda casa. No me dejaba ni un detalle, la hierba, el sol, las nubes.. y un árbol. Luego miraba mis plastidecors, les sacaba punta, escogía mi preferido y coloreaba despacito para no salirme de la raya.

Era importante también pintar en la misma dirección y no dejarse huecos blancos, detalles que no podían pasar por alto para un acabado perfecto. En el fondo, desde pequeñita, sin saberlo, ya actuaba como él.

Le recuerdo mirándome detrás de la barra, atareado como de costumbre con proveedores y clientes, con su camisa blanca, el bolsillo lleno de tinta por su despiste de dejar el boli abierto, y su bigote negro. Como picaba aquel bigote, pero cuanto me gustaba.

Estaba pintando el árbol, cuando de repente se acercó. ¿Por qué pintas el árbol lila hija? Me preguntó. “Por que a mi me gustan así, lilas” respondí. “Laura, tienes que empezar a pintar las cosas como son, los árboles son verdes, tienen el tronco marrón y así deberías pintarlos”.

Vaya, eso era cierto, los árboles eran como él decía, pero sin embargo lilas me parecían mucho más bonitos. ¿Que importaba? Era mi dibujo, yo elegía, y dejé volar ese comentario, como si no fuera conmigo.

O eso creí, hasta hace unas semanas, cuando tras una pequeña crisis profesional, me di cuenta de hasta qué punto determinadas palabras se nos pueden quedar grabadas años, si proceden de una figura de apego tan importante para nosotros.

Todos tenemos un talento, algo que nos entusiasma, que disfrutamos haciendo y que además se nos da bien hacerlo. Kem Robinson, experto en educación, habla del desarrollo de la creatividad, la búsqueda de nuestro talento y la conversión de éste en nuestra profesión, en este capítulo de redes. Según Robinson, autor del libro “El elemento: descubrir tu pasión lo cambia todo”, existen personas que nacen con una idea muy clara de lo que les apasiona y crecen en un contexto propicio que les lleva a desarrollar ese aspecto de su vida. Hay otras personas que lo encuentran por el camino, barajando distintas posibilidades y sin aversión al cambio alguna. Y hay otras que no lo llegan a encontrar, por qué ni si quiera saben que existe, o simplemente creen que el talento y la creatividad es cosa de poetas, artistas o músicos, y no se plantean que ellos puedan tenerlo.

Un buen ejercicio para aquellas personas que estén en búsqueda de su talento y que quieran hacer de éste su profesión es el que nos sugiere en este video Pablo Franzo, coach profesional: “Apunta en un papel como sería tu trabajo perfecto, qué te gustaría hacer, como te gustaría que fueran tus días, con quién te gustaría relacionarte, etc.”

Además, también es aconsejable preguntar a la gente que te conoce bien qué aptitudes y actitudes positivas ve en ti, en qué profesión te visualizan y en qué situaciones de tu vida cotidiana te ven más ilusionado.

La escucha a los demás es un ejercicio poco practicado, pero muy sano, que nos proporciona información valiosa para encauzar nuestro camino. Y es a veces nos empeñamos en colorear los árboles lilas, sin plantearnos la posibilidad de probar otros, puede que por excesiva seguridad en nuestro criterio y falta de escucha (veáse mi caso) o por puro conformismo. Opciones que nos impiden apreciar la belleza del resto de colores...

Tras esta pequeña crisis profesional de la que os hablo, yo decidí pintar unos árboles lilas y otros verdes. Decidí escucharme y escuchar. Probar. Buscar mi talento. Y quién sabe, quizás algún día los pinto naranjas. O cada rama de un color. Estoy abierta a cualquier cambio que requiera probar otro plastidecor . Porque lo importante es no dejar de colorear. Y no dejarse huecos blancos, claro.

Y tú ¿de qué color los pintas?

¡Hasta la próxima!

:)

pd: Gracias papá..

2 comentarios:

  1. He leído en entradas anteriores tus continuas batallas razón-emoción... Creo que hay aspectos en la vida que escapan del campo de la razón. Sentir un color es uno de ellos. Si tú querías pintar un árbol lila porque era lo que sentías, lo que te gustaba... ¿importa algo de qué color sean los de verdad? Creo que hay ciertas pasiones que uno no debe convalidar racionalmente.

    En cambio, estoy de acuerdo en la necesidad de escuchar a los demás y lo demás. No sólo a las personas, también a todo aquello que nos rodea. Para mí, las carencias en ese aspecto han sido, son y serán, fuente inagotable de problemas para el mundo y sus habitantes.

    Y en cuanto a conjugar ambas situaciones, poniendo como ejemplo la anécdota de los Plastidecor, puede que pienses que las palabras de tu padre te ayudaron (hoy) pero también es más que probable que, aunque nunca lo llegues a saber, a él también le ayudara tu afán por pintar inexistentes pero eternos árboles lilas. Entonces, ayer, siempre. Quién sabe.

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  2. Hola anónimo:

    El color del árbol importa en el momento en que las consecuencias de pintarlo impliquen a alguien más que a ti mismo. En cierta forma, esa pintura puede ser también un ejercicio de empatía. Si sientes que tu árbol es lila, adelante, pero seamos conscientes de que no es mejor ni peor color. Es tu color.

    Es cierto que hay aspectos en la vida que escapan a la razón, y son admisibles, siempre que no repercutan negativamente a nuestra salud emocional, porque si así lo hacen, aprenderemos con el tiempo a ejercer cierto control sobre ellos y la razón entrará a formar parte de éstos, buscando el equilibrio..

    Respecto al tema de las carencias, siempre he sido una admiradora del ser humano y su potencial, por lo que no me resigno a esto sea una constante. En mi opinión la causa de muchas carencias reside en nuestro interior y antes de mirar hacia afuera, es ahí donde deberíamos indagar para suplirlas.

    La escucha interna y el autoconocimiento son la base para poder establecer ejercicios de empatía con el resto, y un cambio de actitud en este aspecto puede tener consecuencias muy positivas en ti, y en tu alrededor (personas y medio, como dices).

    Al final lo que haces, es en lo que te conviertes. Y ese cambio de actitud puede llegar a cambiar también tu forma de pensar, tus creencias arraigadas, tus valores.. En el momento que descubres el potencial que llevas dentro.

    Piensa en esto: ¿Lloras porque estás triste o estás triste porque lloras?

    Da para reflexionar un rato..

    ¡Saludos!

    :)

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