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sábado, 20 de agosto de 2011

Las ONG´s y su relación con los señores M

Aún habiendo releído muchas veces las aportaciones de la pirámide de Maslow a las acciones de marketing y publicidad, cada vez me quedo más sorprendida de la seguridad con la que todavía muchos artículos y libros hablan de este asunto. Explicando, con toda naturalidad, la satisfacción de las necesidades de las personas mediante el consumo de productos.

Estoy de acuerdo en que las necesidades como tales, están presentes en nuestra naturaleza como humanos, y el deseo de cubrilas es algo intrínseco a nuestro ser.

Por otra parte, cuando suelo debatir el tema con amigos y demás, escucho frases como: "El marketing crea necesidades" , "la publicidad te mete los productos por los ojos", "estoy harto de tanta telebasura", etc.

Y es que no es oro todo lo que reluce, a vista de las diversas opiniones in crecendo de la sociedad y la impopularidad generalizada de las acciones publicitarias. Parece ser, que por muy bienintencionados que hayamos sido la gente de marketing, con nuestro amigo Maslow no se soluciona todo.
La realidad es que ni los de marketing somos tan buenos que pensamos sólo en la satisfacción de nuestro cliente, ni el cliente tiene derecho a justificarse con un "me lo han metido por los ojos".

No podemos ignorar que las actividades marketinianas están sufriendo la "crisis de la incredulidad" de una gran parte de la población, que permanece inmóvil hasta cuando lo que hay detrás de la acción es una campaña de marketing social de una ong. No distinguiendo, por tanto, el objetivo de unas y de otras (con y sin ánimo de lucro). Y con toda la razón, pues al final muchas ong´s utilizan las mismas técnicas "agresivas" en la consecucción de sus objetivos que las que se han venido utilizando en el mundo empresarial.

Observar este tipo de situaciones hace que me plantee el hecho de hasta que punto las acciones de solidaridad y altruismo llevadas a cabo por las ong´s son valoradas en la sociedad y si éstas están contribuyendo realmente a mejorar la felicidad de las personas, o son sólo un parche para un sistema ya truncado.

Me pregunto entonces: ¿Son las ong´s parte del problema, entendiéndolas como reaccionarias ante las acciones negativas que nos acontecen, o en cambio, son parte de la solución y del cambio real y social que tanto añoramos?

Mi innato optimismo me hace ser partidaria de lo segundo. No obstante, considero que es hora de replantearse el método de trabajo de muchas ong´s que han tomado como referencia los principios empresariales fallidos durante años en las empresas, y dejar de continuar compartiendo bajo el mismo fondo, una forma diferente.

A modo de ejemplo, me viene a la cabeza la iniciativa del Crowdfunding, una actividad innovadora y ética, mediante la cual las personas colaboran en la financiación de proyectos que consideran de valor para la sociedad. Mediante el crowdfunding, las personas conocen cual va a ser el destino de los fondos que aportan y tienen la oportunidad de seguir los pasos del proyecto según éste vaya avanzando. Suena genial.

Volviendo al tema de las necesidades y al señor Maslow, creo que una forma más ética de realizar marketing sería yendo más alla de la premisa de que la satisfacción de una necesidad humana implica un desembolso económico.

Además, como opinión personal, lamento no coincidir con el sr Maslow en el orden en que presenta dichas necesidades:




Según el autor, necesitamos cubrir nuestras necesidades sociales (amor y afecto del resto) para después cubrir la necesidad de estima propia. Permítame Sr Maslow discutirle, sin posibilidad de defensa por su parte, la siguiente cuestión: ¿Cómo es posible que una persona que no se estima deba buscar antes la estima de los demás? ¿No es acaso eso búsqueda de aprobación ajena como consecuencia de vacio interior?. Cuestión a reflexionar, relacionada con la inteligencia emocional.

Conclusión del día:

¿Qué tal si hablamos de marketing para las personas en vez de marketing para los "clientes"?

Una forma de que los señores M, marketing y necesidades, convivieran feliz y éticamente, sería dejar a un lado la satisfacción económica que supone el diseño y desarrollo de un producto para sus creadores, y preguntarse de forma racional y responsable qué supone la presencia de ese producto en sí en la sociedad.Preguntas como: ¿es útil realmente el producto? ¿va a ayudar realmente a mejorar la sociedad?, e incluso: ¿contribuye éste al crecimiento personal quiénes lo compren?.

Pensaréis que la unión que he realizado entre marketing y desarrollo personal es algo complicado de desarrollar. Sin embargo, yo estoy convencida de que todas las enseñanzas pueden tener una interrelación y utilizarse para un objetivo sano, ética, social y espiritualmente. Al final es la intermediación de muchos factores la que hace que una realidad sea posible. Lo realmente importante es estar de acuerdo en los ítems básicos a especificar para que esto ocurra: ¿Qué determina que una sociedad esté "sana"? ¿Qué falla en nuestro interior que buscamos en el consumo? ¿Por qué desde los departamentos de marketing olvidamos muchas veces que trabajamos para las personas?.

Pero no hay cara sin cruz. Y por supuesto no sólo está en manos de la gente de marketing el cambio en la forma de consumir. Como consumidores individuales, tenemos derecho y la obligación de ejercer el "voto económico". Voto que a veces olvidamos, seducidos por la combinación de los señores M que realizan los libros empresariales, siendo incapaces de controlar muchos de nuestros impulsos de compra.

Por lo tanto, por una parte, marketing ético-responsable para las personas y desde el inicio. Entendiendo el inicio como el momento en que una persona se plantea emprender un determinado negocio empresarial.
Y por la otra, consumidor ético-responsable que ejerza su derecho a voto.

Todos somos protagonistas de lo que pasa a nuestro alrededor, tengámoslo presente.

:)



lunes, 6 de junio de 2011

Creer para ver: Inteligencia Emocional y RSE

Toda actuación relacionada con la RSE (Responsabilidad Social Empresarial) tiene que venir determinada por una base que la sustente, esto es, en grosso modo, estar educados en este ámbito y ser consecuentes con lo que vamos a hacer. Es importante que exista una coherencia real que relacione lo que somos como organización y como personas, con la estrategia RSE que queramos implantar.

Algo que no creemos, y con lo que no estamos de acuerdo, difícilmente puede convertirse en una realidad, pues si no tiene un verdadero respaldo detrás, podrá tambalear en cualquier momento y poner en peligro el éxito de la implantación de cualquier política organizacional. “Podrás lograr aquello que crees” frase que leí una vez y que resurge en mi mente muy a menudo.

Hace apenas un mes realicé un curso de Inteligencia Emocional, y me percaté de lo faltos que estamos de ésta, y de la necesidad de que las personas aprendamos a ser conscientes de nuestras emociones. Emociones, para mi sorpresa, todas gestionables y convertibles en aprendizaje. Por lo que en principio, ninguna emoción (alegría, sorpresa, miedo, frustación, etc.) es considerada negativa, ni aparece con el objetivo de hacernos daño, a no ser que no sepamos manejarla y se convierta tras su paso por la razón (idea racional que tengamos de la emoción en sí) en sentimientos negativos como podría ser el odio.

De ahí la importancia del autocontrol que señala David Goleman en su libro de Inteligencia emocional, y de saber poner límite al tiempo que vamos a pasar sintiéndolas. A priori, la alegría puede ser magnífica emoción, pero si no sabemos manejarla, se puede convertir en euforia y provocar desconexión con la situación real y actuación impulsiva. Esto sucede por la falta de reflexión-consulta previa con nuestra parte racional, y son conductas que suelen traernos consecuencias no deseadas. La tristeza, sin embargo, emoción que podríamos considerar en un principio negativa, (o al menos yo la consideraba antes de realizar el curso) bien gestionada, puede aportarnos mucha información acerca de nuestros verdaderos sueños y anhelos, y encaminarnos hacia nuestros objetivos.

Por lo tanto, lo deseable es conseguir el equilibrio entre mente y corazón. La emoción nos mueve, pero necesita de la razón para dirigirnos. De ahí la relación entre Inteligencia Emocional y RSE, tocar el corazón de nuestras personas nos da el empujón necesario para implantar cualquier política de RSE, y utilizar la razón garantiza el éxito en esta implantación.

Primero voy a entenderme, voy a saber quien soy, y para qué estoy aquí. Sólo entonces, podré entenderte a ti, pues a través del previo conocimiento y vivencia de mis emociones, habré aprendido a identificar esas emociones y sentimientos en ti. Y saber reconocer como te sientes en determinadas ocasiones me proporcionará la información necesaria para tratarte en consecuencia y mejorar nuestra relación. Y ahora sí estaremos preparados para reflejar aquello que somos y creemos en nuestro contexto organizacional (o de cualquier otro tipo).

La gran ventaja de la IE es que se aprende, por lo que podemos considerarla un proceso del que extraer conclusiones e ir analizando los avances de nuestras personas y de nuestra organización, identificando aspectos a mejorar y estado de clima laboral.

En resumen, la IE y la RSE en conjunto pueden transformarnos y transformar. Son herramientas complementarias y poderosas con las que las posibilidades de éxito real en la organización se disparan y nos acercan hacia un contexto social más responsable y humano.

Creamos en ello y lo veremos reflejado. Así de simple.

:)

jueves, 19 de mayo de 2011

Una cosa es votar, y otra participar

O lo que es lo mismo, una cosa es democracia representativa y otra democracia deliberativa.

Todo el mundo habla de qué hacer en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 22 de mayo. De cuál es la opción más responsable y propicia para el cambio. Estos días he escuchado opiniones diversas, que comparten objetivo, la mejora de la situación ecónomica y política del país y el desacuerdo con los dos partidos mayoritarios, pero a la vez implican acciones contrapuestas. Como es el caso del voto nulo que promueven ciertos movimientos o el voto a partidos minoritarios de otros.

He escuchado a gente con las mismas ganas pero que el día 22 harán cosas muy distintas..

Y ante tal situación.. me pregunto.. ¿entonces qué va a pasar? Si todos queremos que la situación actual país mejore ¿Lo lograremos?

Y, he aquí una reflexión propia, que he podido hacer gracias a Adela Cortina, y su ponencia acerca de cuál es la realidad del sistema democrático actual.

Adela habla de una distinción entre políticos agregacionistas o políticos que basan el sistema democrático en el voto, y políticos “deliberacionistas”, para los que la democracia es la suma del estado y la sociedad civil, entendiendo ésta como el diálogo previo con la ciudadanía antes de formular cualquier ley.

Es decir, si atendemos a los pasos para la creación de una ley o acuerdo político:

1. Exponer desacuerdos

2. Argumentar como llegar mejor a las metas

3. Llegar al acuerdo e informar de éste

4. Votar

Para el político deliberacionista lo importante serían los tres primeros puntos, haciendo coincidir autores de las leyes y destinatarios de las mismas, y para el agregacionista sería el punto cuatro, dando casi la total relevancia al voto.

Los políticos que dan una gran importancia al voto, en detrimento de los otros tres puntos, ignoran que la deliberación (participación) tiene la capacidad de transformar las preferencias y los intereses de una forma constructiva, pues existe un objetivo de mejora común compartido. PENSAR POR OTROS NO ES LA SOLUCIÓN, aunque los agregacionistas lo crean, o al menos así lo demuestren determinadas actuaciones. La solución es saber escuchar y escuchando, incluso pedagógicamente, podemos aprender los unos de los otros y cambiar en un momento dado esas preferencias.

Aunque partamos del desacuerdo, lo importante es llegar a un “nosotros queremos una sociedad mejor”. Y de esta forma, siguiendo un proceso deliberativo real, somos conscientes de esas metas comunes y se forma esa amistad cívica real.

Y ese querer hacer juntos es justo lo que están haciendo ahora miles de jóvenes, en la revolución pacífica promovida por Democracia real ya.

Jóvenes en toda España se concentran estos días en las calles, dispuestos a la acción para el cambio. Comparten sus ideas, se escuchan, y aúnan las fuerzas y la ilusión que promoverán ese cambio. Pues están dispuestos a superar la pasividad de la no participación, previa deliberación.

Y habrá desacuerdos, por supuesto,..pero también respeto mutuo..

Hay que tener en cuenta que los desacuerdos a veces no son de preferencias o intereses individuales, sino de convicciones morales (caso del aborto). Pero a pesar de ello, el sentido común nos lleva a ese querer hacer juntos, a querer conseguir que el mundo, que la sociedad, y que nosotros mismos seamos mejores personas.

Por eso es importante que en ese proceso también participen expertos y otros grupos de interés. No se trata de querer imponer nuestros pensamientos en el otro, ni tampoco de dejarnos convencer. Se trata de que sepamos valorar puntos de vista distintos. Quizás a veces se dé el caso de que la otra persona te acabe “persuadiendo positivamente” pues en el proceso deliberativo habrá habido un aprendizaje que haya hecho que una de las dos partes ceda, y otras veces sucederá a la inversa, serás tú quien defienda tu argumento y lo expongas de tal manera que la otra persona, dispuesta a escucharte, estreche lazos contigo y cambie parte de sus preferencias o intereses, para acercarse a los tuyos .

De esta forma, incluso sin llegar a un acuerdo, se puede reducir hablando, aclarando términos, acomodando esos desacuerdos. Olvidando el autocentramiento, y ganando en simpatía y compromiso. Ese compromiso que rompe el vínculo estrecho entre bienestar individual y grupal, con acciones que no me afectan directamente, pero con las que quiero comprometerme, como podría ser la pobreza o la inclusión social.

Entonces, vayamos a votar, por supuesto es un punto importante, pero no olvidemos el resto de puntos, que implican un trabajo más allá del voto. Y en ello están los miles de jóvenes que una día más, hoy duermen en las calles haciéndose escuchar. Desde aquí, mi más sincero y cálido apoyo.

Lo lograremos.

:)

sábado, 19 de marzo de 2011

Querido amigo cívico,

Últimamente estoy un poco preocupada. No es que me pase nada en concreto, gozo de buena salud, convivo con gente maravillosa a mi alrededor, y además tengo la suerte de tener a mi alcance los medios que me permiten contactar contigo.

Sin embargo, hace tiempo que no sé de ti, y he de admitir que me siento un poco perdida. Por eso he pensado que quizás ha llegado el momento de encontrarnos y estrechar nuestros lazos.

Y es que amigo, aunque aún no nos conozcamos, siento esos lazos tan fuertes, que hacen que mis ilusiones sean las tuyas, mi sonrisa la nuestra, y mis temores aquellos que a ti también te preocupan.

¿Será amigo que en el fondo somos iguales? ¿Será que aunque no nos hayamos visto tenemos la misma capacidad de sentir, de amar, de disfrutar, incluso de sufrir?

¡Qué ganas tengo de escucharte y compartir inquietudes contigo! Estoy segura de que entre los dos formaremos un buen equipo, seremos más fuertes y podremos hacer cosas jamás imaginadas por separado.

Mientras tanto, me gustaría que conocieras a otro buen amigo, Robinson Devia, de él aprendí qué es “el querer hacer juntos” del que te hablo, y cuál es el verdadero significado de la amistad cívica.

Esperando tu respuesta con muchas ganas, te mando un fuerte y cálido abrazo

Laura

miércoles, 2 de marzo de 2011

¡Hola Doña ISO 26000!

- ¡Hola doña Iso 26.000!

- ¡Hola don empresario!

- ¿Pasó usted por mi empresa?

- Por su empresa yo pasé

- ¿Vio usted a mi gestión?

- Su gestión yo la ví

- ¡Adiós doña ISO 26000!

- ¡Adiós don empresario!



Hace ya unos cuantos cientos de años filósofos tan emblemáticos de la talla de Platón, o su discípulo Aristóteles hablaban, aplicado a su contexto, de conceptos de ética y responsabilidad en la sociedad.

Algunos siglos más tarde, el economista Adam Smith, fundador de la economía moderna y autor del famoso libro la riqueza de las naciones, desarrolla la teoría de los sentimientos morales, y nos explica el origen de estos, vinculando de nuevo, moral y economía, conceptos que nunca debieran ser separados.

Filosofías y teorías que no llegaron a ser implantadas. Así, con el fenómeno de liberación económica del último siglo, y recalco último, para darnos cuenta que hace relativamente poco tiempo que nos hemos olvidado de que la economía no es más que una ramificación del ser humano, y que tiene total y profunda relación con la ética y la responsabilidad, hemos vivido una desvinculación radical de ambos conceptos. Y esto ha sido debido a que hemos estado sumidos en lo que algunos han llamado “estado de bienestar” y a lo que yo llamo “estado ombligo”, es decir, cada uno hemos barrido para nuestra casa.

Respecto a la desvinculación de ética y economía, Adela Cortina nos habla en su libro “Pobreza y libertad”, de que las consecuencias de ésta desvinculación están materializada en las desigualdades de riqueza existentes en el mundo actual, y de la necesidad de erradicar dicha desigualdad mediante un nuevo enfoque, propuesto por el también economista Amartya Sen. Amartya nos habla de libertad, o lo que es lo mismo, que todos las personas tengamos las mismas opciones de llegar a los mismos puntos. Es decir, con las mismas oportunidades, que cada uno llegue a donde le plazca. Las oportunidades están ahí para todos, y cada uno decidimos si queremos o no usarlas, y que camino queremos formar con ellas.

Con normas relativamente nuevas, como los de la señora ISO 26000, parece que los conceptos de economía y ética, están re-penetrando en nuestra sociedad, y parece que a las empresas le quedan cada vez menos excusas para “no portarse bien”.

Expertos hablan de esta esperada norma como la brújula que guiará a nuestras organizaciones hacia el camino de la excelencia en su gestión. Camino del cual, la responsabilidad social de la empresa, o RSE, será la protagonista indiscutible, al ligarse a todos los ámbitos de actuación dentro y fuera de la misma.

No puedo evitar tener la gran duda de si esto se quedará en bonita teoría de libro, y dentro de unos siglos, si llegamos claro, mis tataranietos lean el fenómeno ISO 26000 como ahora leemos a Aristóteles o la teoría de los sentimientos de Smith. O si por el contrario, nos creeremos la necesidad de cambio, y nuestras empresas pondrán en marcha estas directrices.

Otro tema a considerar es que la norma no es certificable, es decir no impone unos requisitos mínimos necesarios, si no que deja en manos de cada empresa su asunción voluntaria.

Y no sé por qué, pero cuando hablamos de voluntad, la cosa se complica. Aunque estoy de acuerdo en que ciertos aspectos puedan tener carácter de voluntariedad, considero que algunas propuestas de la norma deberían ser obligatorias legalmente y no dejar su cumplimiento a expensas de unos pocos que se crean realmente la RSE, o de algunos más que prefieran seguir jugando con ella, y ya de paso con todos nosotros, para llegar a la meta antes que sus compañeros.

Paciencia. Todo cambio real y profundo lleva su tiempo, sólo se trata de repetir lo que aparentemente suena superficial, para que vaya calando hondo. Pero no nos olvidemos que escribiendo normas no se soluciona nada. También se necesita actuación, puesta en práctica de teorías, clásicas o modernas, pero que vienen a decir lo mismo: somos razón y sentimiento, y sólo con la conjunción de ambas la partida estará ganada, incluso antes de comenzarla.

Así que.. no hagamos como Don Pepito que solo pasó por la casa de Don José un ratito para ver como estaba su abuela, y cuidemos de la abuela.

No se trata de pasar doña ISO 26000, quédese en la empresa, y permanezca en el tiempo como un valor indispensable. Pues el mejor valor, es el que se da por supuesto.


¡Hola Doña ISO 26000! De nuevo te saludo con entusiasmo, pues hoy no toca decir adiós


:)

martes, 11 de enero de 2011

Me auto-consumo

Me enciendo un cigarrillo y comienzo a escribir.

Tiro un brik de zumo al cubo amarillo. Pronto volverá a mezclarse con el resto de residuos, en la planta de reciclado de la capital.

Desayuno cereales de avena ecológica, con leche de soja industrializada.

Entre palabra y palabra, una calada.

Me irrito porque mis padres se compran la cafetera de cápsulas tassimo, mientras me sirvo dos cucharadas de nescafé en mi taza preferida.

Reduzco mi consumo de proteínas animales. Voy a hacer la compra con mi vecina y le sugiero que compre carne.

Otra calada.

Llevo meses con unas botas desgastadas, resbalándome en cada esquina. Me voy a las rebajas y me compro una chaqueta de temporada.

Enciendo el cigarro, se me ha apagado.

Rehuyo de las llamadas entrantes de mi teléfono móvil. Le comento a mi padre las ventajas de tener una blackberry.

Día tras día no paro de pensar fórmulas de decrecimiento sostenible. Estudio marketing.

Stop. Se me apaga el cigarro. Vuelta a enchufarlo.

Me voy a correr un poco. Calzo mis nike .

Trato de comprar envases de tamaño grande cuando voy al supermercado. A media tarde echo a la máquina de vending un euro para mi cocacola cero.

Pienso en cómo serán mis hijos, en qué valores les quiero inculcar, en lo mucho que les quiero ya. Mientras su madre, que dice quererles, contribuye a que el planeta se vaya al garete.

Se acabó el cigarro.

Y me pregunto: ¿Hasta cuándo?

Y me contesto: Hasta que tenga valor.

Lástima que mientras lo encuentro otros paguen las consecuencias.