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jueves, 19 de mayo de 2011

Una cosa es votar, y otra participar

O lo que es lo mismo, una cosa es democracia representativa y otra democracia deliberativa.

Todo el mundo habla de qué hacer en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 22 de mayo. De cuál es la opción más responsable y propicia para el cambio. Estos días he escuchado opiniones diversas, que comparten objetivo, la mejora de la situación ecónomica y política del país y el desacuerdo con los dos partidos mayoritarios, pero a la vez implican acciones contrapuestas. Como es el caso del voto nulo que promueven ciertos movimientos o el voto a partidos minoritarios de otros.

He escuchado a gente con las mismas ganas pero que el día 22 harán cosas muy distintas..

Y ante tal situación.. me pregunto.. ¿entonces qué va a pasar? Si todos queremos que la situación actual país mejore ¿Lo lograremos?

Y, he aquí una reflexión propia, que he podido hacer gracias a Adela Cortina, y su ponencia acerca de cuál es la realidad del sistema democrático actual.

Adela habla de una distinción entre políticos agregacionistas o políticos que basan el sistema democrático en el voto, y políticos “deliberacionistas”, para los que la democracia es la suma del estado y la sociedad civil, entendiendo ésta como el diálogo previo con la ciudadanía antes de formular cualquier ley.

Es decir, si atendemos a los pasos para la creación de una ley o acuerdo político:

1. Exponer desacuerdos

2. Argumentar como llegar mejor a las metas

3. Llegar al acuerdo e informar de éste

4. Votar

Para el político deliberacionista lo importante serían los tres primeros puntos, haciendo coincidir autores de las leyes y destinatarios de las mismas, y para el agregacionista sería el punto cuatro, dando casi la total relevancia al voto.

Los políticos que dan una gran importancia al voto, en detrimento de los otros tres puntos, ignoran que la deliberación (participación) tiene la capacidad de transformar las preferencias y los intereses de una forma constructiva, pues existe un objetivo de mejora común compartido. PENSAR POR OTROS NO ES LA SOLUCIÓN, aunque los agregacionistas lo crean, o al menos así lo demuestren determinadas actuaciones. La solución es saber escuchar y escuchando, incluso pedagógicamente, podemos aprender los unos de los otros y cambiar en un momento dado esas preferencias.

Aunque partamos del desacuerdo, lo importante es llegar a un “nosotros queremos una sociedad mejor”. Y de esta forma, siguiendo un proceso deliberativo real, somos conscientes de esas metas comunes y se forma esa amistad cívica real.

Y ese querer hacer juntos es justo lo que están haciendo ahora miles de jóvenes, en la revolución pacífica promovida por Democracia real ya.

Jóvenes en toda España se concentran estos días en las calles, dispuestos a la acción para el cambio. Comparten sus ideas, se escuchan, y aúnan las fuerzas y la ilusión que promoverán ese cambio. Pues están dispuestos a superar la pasividad de la no participación, previa deliberación.

Y habrá desacuerdos, por supuesto,..pero también respeto mutuo..

Hay que tener en cuenta que los desacuerdos a veces no son de preferencias o intereses individuales, sino de convicciones morales (caso del aborto). Pero a pesar de ello, el sentido común nos lleva a ese querer hacer juntos, a querer conseguir que el mundo, que la sociedad, y que nosotros mismos seamos mejores personas.

Por eso es importante que en ese proceso también participen expertos y otros grupos de interés. No se trata de querer imponer nuestros pensamientos en el otro, ni tampoco de dejarnos convencer. Se trata de que sepamos valorar puntos de vista distintos. Quizás a veces se dé el caso de que la otra persona te acabe “persuadiendo positivamente” pues en el proceso deliberativo habrá habido un aprendizaje que haya hecho que una de las dos partes ceda, y otras veces sucederá a la inversa, serás tú quien defienda tu argumento y lo expongas de tal manera que la otra persona, dispuesta a escucharte, estreche lazos contigo y cambie parte de sus preferencias o intereses, para acercarse a los tuyos .

De esta forma, incluso sin llegar a un acuerdo, se puede reducir hablando, aclarando términos, acomodando esos desacuerdos. Olvidando el autocentramiento, y ganando en simpatía y compromiso. Ese compromiso que rompe el vínculo estrecho entre bienestar individual y grupal, con acciones que no me afectan directamente, pero con las que quiero comprometerme, como podría ser la pobreza o la inclusión social.

Entonces, vayamos a votar, por supuesto es un punto importante, pero no olvidemos el resto de puntos, que implican un trabajo más allá del voto. Y en ello están los miles de jóvenes que una día más, hoy duermen en las calles haciéndose escuchar. Desde aquí, mi más sincero y cálido apoyo.

Lo lograremos.

:)

miércoles, 2 de marzo de 2011

¡Hola Doña ISO 26000!

- ¡Hola doña Iso 26.000!

- ¡Hola don empresario!

- ¿Pasó usted por mi empresa?

- Por su empresa yo pasé

- ¿Vio usted a mi gestión?

- Su gestión yo la ví

- ¡Adiós doña ISO 26000!

- ¡Adiós don empresario!



Hace ya unos cuantos cientos de años filósofos tan emblemáticos de la talla de Platón, o su discípulo Aristóteles hablaban, aplicado a su contexto, de conceptos de ética y responsabilidad en la sociedad.

Algunos siglos más tarde, el economista Adam Smith, fundador de la economía moderna y autor del famoso libro la riqueza de las naciones, desarrolla la teoría de los sentimientos morales, y nos explica el origen de estos, vinculando de nuevo, moral y economía, conceptos que nunca debieran ser separados.

Filosofías y teorías que no llegaron a ser implantadas. Así, con el fenómeno de liberación económica del último siglo, y recalco último, para darnos cuenta que hace relativamente poco tiempo que nos hemos olvidado de que la economía no es más que una ramificación del ser humano, y que tiene total y profunda relación con la ética y la responsabilidad, hemos vivido una desvinculación radical de ambos conceptos. Y esto ha sido debido a que hemos estado sumidos en lo que algunos han llamado “estado de bienestar” y a lo que yo llamo “estado ombligo”, es decir, cada uno hemos barrido para nuestra casa.

Respecto a la desvinculación de ética y economía, Adela Cortina nos habla en su libro “Pobreza y libertad”, de que las consecuencias de ésta desvinculación están materializada en las desigualdades de riqueza existentes en el mundo actual, y de la necesidad de erradicar dicha desigualdad mediante un nuevo enfoque, propuesto por el también economista Amartya Sen. Amartya nos habla de libertad, o lo que es lo mismo, que todos las personas tengamos las mismas opciones de llegar a los mismos puntos. Es decir, con las mismas oportunidades, que cada uno llegue a donde le plazca. Las oportunidades están ahí para todos, y cada uno decidimos si queremos o no usarlas, y que camino queremos formar con ellas.

Con normas relativamente nuevas, como los de la señora ISO 26000, parece que los conceptos de economía y ética, están re-penetrando en nuestra sociedad, y parece que a las empresas le quedan cada vez menos excusas para “no portarse bien”.

Expertos hablan de esta esperada norma como la brújula que guiará a nuestras organizaciones hacia el camino de la excelencia en su gestión. Camino del cual, la responsabilidad social de la empresa, o RSE, será la protagonista indiscutible, al ligarse a todos los ámbitos de actuación dentro y fuera de la misma.

No puedo evitar tener la gran duda de si esto se quedará en bonita teoría de libro, y dentro de unos siglos, si llegamos claro, mis tataranietos lean el fenómeno ISO 26000 como ahora leemos a Aristóteles o la teoría de los sentimientos de Smith. O si por el contrario, nos creeremos la necesidad de cambio, y nuestras empresas pondrán en marcha estas directrices.

Otro tema a considerar es que la norma no es certificable, es decir no impone unos requisitos mínimos necesarios, si no que deja en manos de cada empresa su asunción voluntaria.

Y no sé por qué, pero cuando hablamos de voluntad, la cosa se complica. Aunque estoy de acuerdo en que ciertos aspectos puedan tener carácter de voluntariedad, considero que algunas propuestas de la norma deberían ser obligatorias legalmente y no dejar su cumplimiento a expensas de unos pocos que se crean realmente la RSE, o de algunos más que prefieran seguir jugando con ella, y ya de paso con todos nosotros, para llegar a la meta antes que sus compañeros.

Paciencia. Todo cambio real y profundo lleva su tiempo, sólo se trata de repetir lo que aparentemente suena superficial, para que vaya calando hondo. Pero no nos olvidemos que escribiendo normas no se soluciona nada. También se necesita actuación, puesta en práctica de teorías, clásicas o modernas, pero que vienen a decir lo mismo: somos razón y sentimiento, y sólo con la conjunción de ambas la partida estará ganada, incluso antes de comenzarla.

Así que.. no hagamos como Don Pepito que solo pasó por la casa de Don José un ratito para ver como estaba su abuela, y cuidemos de la abuela.

No se trata de pasar doña ISO 26000, quédese en la empresa, y permanezca en el tiempo como un valor indispensable. Pues el mejor valor, es el que se da por supuesto.


¡Hola Doña ISO 26000! De nuevo te saludo con entusiasmo, pues hoy no toca decir adiós


:)